Cuando visité Japón, en un viaje a Monte Fuji -situado a tres horas de Tokyo- nos hablaron de un cítrico que crece en la región de Kôchi: su nombre es Yuzu, cuyo jugo o extracto y cáscara se utilizan tanto en cosmética para erradicar las ojeras como en la gastronomía asiática, gracias a su alto contenido en vitamina C, vitamina E, flavonoides, potasio, colágeno, magnesio y calcio.


Y es en este marco que las pepas o semillas del Yuzu se han utilizado, desde tiempos inmemoriales, tanto en su cocina y recetas, como para tratar problemas de la piel, se decir, para crear cosméticos -como el gel y cremas hidratantes británicas Boots– que tonifican, hidratan, mejoran de la circulación y acción contra el envejecimiento.
Porque aunque el Yuzu es una fruta originaria de China, esta es híbrida, es decir, nace de la fusión entre la mandarina y el limón Ichang, y es muy similar al Sudachi, un cítrico japonés procedente de la prefectura Tokushima.

Es Tokyo, el Yuzu es popular por su jugo y la ralladura de su cáscara para salsas (como la famosa salsa ponzu), sopas, pescados, verduras y ensaladas, un fruto que me lo sirvieron en una rodaja con helado junto a un shot de sake ¿Increíble, no?
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